TODO EL MUNDO TIENE SU CRUZ

Todos tenemos nuestros complejos, los cuales en ciertas épocas nuestra vida son más difíciles de aceptar que otros. Debemos pasar por ello. Lo bueno es darnos cuenta rápido para darles el valor que realmente tienen.

Cada época de la vida, sobre todo en la adolescencia, nos produce ciertas creencias en la que queremos pasar desapercibidos y ser iguales que los demás. Con la madurez empezamos a entender que cada uno somos diferentes y que todos tenemos nuestras vivencias, nuestro cuerpo y nuestra mente y que gran parte de la diferencia entre nosotros no es tanto lo que tenemos si no cómo lo vivimos. Vivir SIEMPRE tiene cosas positivas y negativas, lo que a unos nos parece un drama, a otros nos parece una suerte, todo en función de lo que hayamos vivido ya.

Una de mis creencias más firmes es que podemos sacar algo positivo hasta de las cosas más negativas. No quiero aburriros con mis experiencias personales, pero prometo que el hecho de buscar esa pequeña luz entre tanto escombro reconforta enormemente y ayuda, no sólo a seguir adelante, si no a ver que por alguna razón todo tiene su porqué.

En mi caso la vida me ha hecho muy sensible a la belleza, me toca mucho ver que del lugar más horrible siempre se puede sacar un brote verde y se ha vuelto mi máxima en la vida: LA BELLEZA CURA. Cura el alma, cura el cuerpo.

Para ello hay que trabajar, hay que ser consciente y despojarte de todos los pensamientos negativos que vienen a tu mente sin que los llames, focalizar en la búsqueda de esa pequeña luz y seguirla para que te enseñe lo que te pierdes con esos nubarrones. Quédate con esa mentalidad de búsqueda para todo en la vida y verás que tus cruces son enseñanzas para poder ver todo lo bueno que tienes.

Y sonríe, la belleza cura